jueves, 2 de febrero de 2012

La busqueda del bolígrafo - Pablo Santana Rivera

Todos los hechos en este cuento son ficticios. Son una creación de la imaginación del escritor. Semejanzas con la realidad, son pura casualidad.

Jorge, enfurecido por la frustración acumulada, le pega repetidos puños con su mano derecha al suelo. Luego,  tras sentir que se lastima su puño, se queda adolorido en el piso. El sabe que se lastimó seriamente la mano. Puede ver que uno de los nudillos de su mano derecha está más atrás de lo debido.

Efectivamente. Se había lastimado los nudillos de su mano derecha. Incluso, la lesión requería que fuese al hospital a tratarse la mano, pero Jorge no iría. Primero, no tenía dinero para pagar el hospital, segundo, tenias ganas de matar a alguien; pero no se arriesgaría a ser arrestado y quedar encarcelado. De todos modos sentía que debía mantenerse alejado de la gente. Estaba  tan furioso y frustrado que podía matar a alguien.

 La prisión no era un lugar para tipos como él. Jorge es un tipo de 25 años, flaco, alto, de nariz larga como si fuese italiano, con serios indicios de calvicie(los que el achacaba al constante uso de gorras), y  con unas ojeras provocadas por  insomnios ilimitados acumulados. No era un tipo agresivo, por lo que no le iría bien en prisión.

Aparte, cuando lo cuestionaran en prisión sobre cuáles fueron sus razones para matar a la persona que mato y por la que lo encarcelaron, el contestaría:

“Mi crisis de redacción me llevo a la locura. Soy un escritor. Todos mis libros son best-sellers, aparte tengo el apoyo de la crítica, algo no fácil de lograr. Pero llego el día en que no podía escribir más. No podía soportarlo, la redacción es mi pasión. No podía con la presión y mate a alguien.”

De seguro los prisioneros no le darían un buen trato. Lo calificarían tan bajo y wierd como a un violador. Asi que de seguro no le iría bien en la prisión.

Tercero, tenía que probar que era un escritor. En realidad no tenía libros best sellers, ni fama. Para ser más específicos ni siquiera tenía un libro; solo tenía uno que otro cuento pendejo que  fueron leídos por amistades. Bueno, al menos eso es todo lo que tiene redactado en la realidad.

Jorge todavía en el suelo, empezó a arrastrarse por el suelo de su estudio pequeño, pero cómodo. Al menos antes de ésta última rabieta, el lugar era cómodo. Ahora la frustración ya no solo se había apoderado de la mente y del cuerpo de Jorge, sino que también se había apoderado de su hogar, dejándolo todo en una comunión que representaba su vida; un desastre total.

De una de las mesitas de noche que estaban en el suelo, Jorge saco un pote de pastillas y una botella de vodka. El pote de pastillas decía Percocet, unos relajantes musculares que Jorge los ingería de vez en cuando, pero que de paso le servirían para aliviar por un tiempo el dolor en sus nudillos, de igual manera que el vodka. Luego cogió una camisa del suelo y se la amarro alrededor de su mano herida.

Entonces, Jorge se colocó una de las pastillas en su lengua y se la tomó con un shot directo de la botella. Luego, realizó el mismo proceso unas cuatro ocasiones más. Cinco Percocet y cinco shots de vodka. Jorge no consumía tantas pastillas a diario, pero esta noche su frustración había llegado al Nirvana. Aparte, no tenía idea de donde debía estar su marihuana, tras haberla tirado al suelo, junto a todo lo que tenía a su alrededor.

Ante la oscuridad en su estudio, de las pocas cosas que resaltaban era su cajetilla de cigarrillos Marlboro. Jorge la alcanzó y sacó un cigarrillo y un encendedor. Encendió el cigarrillo y se puso a pensar en los tiempos en los que escribió en su imaginación su primera novela, Noches de sexo y drogas.

La novela contaba las noches de juventud de Zamary y Gabriel, en las que estos, como adolescentes en la universidad deciden tener sexo y consumir drogas como si no hubiese un mañana. Esta novela le dio la oportunidad de vivir en su imaginación como un escritor. Ya que en su imaginación, Noches de sexo y drogas  le ganó el respeto de los literarios de su país y para su sorpresa, le trajo mejores resultados económicos de los que el mismo pudo haber imaginado.

El grupo de lectores en Puerto Rico se había multiplicado, y habían decido abrir sus mentes ante la vida, ya que por las cifras de ventas que mostro el libro, era imposible que se hubiesen alcanzado el número de ventas entre puros estudiantes universitarios sedientos de sexo y drogas. Jorge sentía que en esa etapa creada por su imaginación, la publicación de su primera novela había cambiado algo mental en la sociedad puertorriqueña, lo que calificaba como un pago extra a su labor.

Pero a pesar de eso, lo que Jorge consideraba más importante, era la buena respuesta internacional que había tenido el libro. Tenía críticas imaginarias que bajaba de su Internet mental, en las que diarios como El País, The New York Times, Le Gauzette, entre otros; elogiaban su labor. Especialmente su manera peculiar de describir las escenas sexuales, las alucinaciones, y las maneras peculiares en las que sus personajes morían.

Esa novela le había dado a Jorge la libertad mental de sentirse un escritor reconocido y con un gran futuro  por delante. Además la editorial imaginaria con la que publicó la novela, estaba muy interesada en su próximo proyecto, el que le exigían que tuviese un enfoque más amplio. Algo con lo que el mercado literario se sintiera más cómodo. Pero a cambio le dieron una buena cifra de dinero a Jorge, suficiente como para vivir un año trabajando su próxima novela.
Tras regresar de los inicios de su exitosa vida imaginaria como escritor, Jorge empezó a buscar entre el reguero de sus pertenencias un bolígrafo. Sentía una de las avalanchas de muza de esas que sienten los escritores y no saben cómo pasarlas en escrito, a pesar de que supuestamente eso es lo que mejor saben hacer.

Jorge buscaba y buscaba pero no encontraba bolígrafo alguno. Usualmente Jorge escribía a mano, luego lo pasaba a la computadora para que la editorial imaginaria evaluara su borrador. Pero independientemente, siempre iniciaba sus historias con un bolígrafo, por eso buscaba con tanta efusividad un bolígrafo entre todo el desastre que lo rodeaba.

Luego, sin poder aguantar más frustración por no poder encontrar un bolígrafo que al redactar le trajera felicidad, se dejo caer en su cama, la que estaba llena de libros que habían caído de su librero. Intento empezar a leer uno de los tantos libros que tenia y que no había empezado a leer, pero el efecto de las pastillas y el vodka era letal; así que se quedó dormido entre todas las joyas literarias que el mejor utilizaba como almohadas.
*
Jorge durmió toda lo noche sin moverse de la misma posición, y aparte se levanto muchísimo más tarde de lo que se levantaba usualmente. El sabor de vodka en su boca era insoportable. La sed era tanta, que a pesar del cansancio Jorge se levanto para buscar algo en su neverita. Tras semejante esfuerzo, Jorge se enojó al ver que en su nevera no había nada para tomar. Bueno, seguía quedando del vodka, pero esa no era una buena opción en esa ocasión.

Observando su nevera vacía, Jorge se empezó a comer los hielos, lo único que quedaba. Al observar su nevera, Jorge no podía contenerse al imaginar sobre los tiempos en que no había espacio suficiente en su nevera para los diferentes tipos de alcohol. Vinos, rones, vodkas, entre muchas cosas más, le quitaban la sed a Jorge en esa etapa.

Esa fue la etapa en que Jorge se limito a pasarla bien. A pesar de la presión que le ejercía su editorial imaginaria, Jorge no sentía presión para empezar a escribir su próxima novela. En esa época,  Jorge vivía y disfrutaba de los privilegios que le trajo su primera publicación.

Uno de los privilegios que logro obtener Jorge en los periodos de éxito después de su primera imaginaria publicación, fue en el campo de las conquistas. Jorge no era muy bueno en el campo de las conquistas. Su vocación de escritor lo privaba de poder desarrollar buenas conversaciones verbales, aparte de que no era un tipo muy atractivo.

Pero el éxito de Noches de Sexo y Drogas, le había brindado la oportunidad de tener éxito con  las chicas. Sin tener que hablarles, pagarles rounds de alcohol, o esforzarse para conquistarlas; Jorge obtenía todo el sexo que deseaba.

Pero con una de todas las chicas imaginarias que estuvo Jorge deseo algo más que sexo. Andrea Pinto, periodista del periódico más importante del país, o al menos del periódico que más acaparaba la atención del país. Una chica brillante, hermosa, y que lo quería tanto como él a ella.

Ella, por el conocimiento que le había brindado su profesión de periodista, ayudó a Jorge a entender más del mundo, o al menos cuales son los problemas de éste. Andrea logro expandir la mente de Jorge de un adolescente con mucha  curiosidad por las experiencias sexuales y por las drogas, a un hombre con una necesidad de expresarse ante las injusticias del mundo.
De ese crecimiento intelectual Jorge empezó a escribir imaginariamente su segunda novela en su carrera como escritor imaginario, El diario vivir del ciudadano común, en la que contaba diferentes historias sobre ciudadanos de la clase media-pobre alrededor del mundo, que sufren injusticias debido a la posición social en la que están calificados.

En esa etapa de la carrera imaginaria de Jorge, su segunda novela lo llevo a convertirse en uno de los mejores escritores de esa época imaginaria. Ya en su imaginación era un escritor destacado mundialmente, tanto por el buen contenido de sus obras como por el aumento de su cuenta bancaria.

Sin tan siquiera darse cuenta, Jorge en su mundo imaginario había conseguido todo lo que quería. Se sentía pleno. Podía tomarse todo el tiempo que deseara para escribir su novela. Disfrutaría de su vida imaginaría, y dejaría que la misma dictara el tema de su próxima novela. Aunque se sentía inclinado a escribir una novela de amor, principalmente inspirado en sus “vivencias” con Andrea.

Pero justo cuando iba a comenzar a preguntarle a Andrea sobre si estaba de acuerdo con que el escribiera un libro en el que contaba situaciones que ellos “vivieron” juntos, ella lo interrumpió.

“Tenemos que hablar. El periódico me dio una oportunidad muy importante de realizar una investigación que me interesa mucho en Turquía. La investigación conlleva mucho tiempo, así que voy a moverme a Estambul por varios meses, quizás un año.”

Ese era un suceso que Jorge no tenía imaginado. Ella nunca le había pedido nada (aparte de sexo), nunca le había complicado su hermosa vida imaginaria, ni le había prohibido nada, ¿como él se lo haría a ella?

Entonces acordaron terminar su relación, sin rencores y con un sexo de despedida.

Tras la partida de Andrea, Jorge quiso aprovechar para viajar y moverse a lugares remotos. Donde la inspiración y las historias para contar fuesen distintas. Quería contar historias en las que el escenario que rodeaba a los protagonistas no fuese uno materialista o superficial.
Y definitivamente lo logro.
*
Jorge observaba el desastre que había en su casa y pensaba:

“¡Tantas mierdas y no aparece un cabron bolígrafo!”.

Entonces, Jorge vio en el suelo su laptop. La había recibido como un regalo de su madre.

“Para que me escribas por el Internet todos los días”, le había dicho su madre al regalársela justo cuando el entro a la universidad como prepa.

Jorge la miro por un rato, y llego a la conclusión de que la computadora no le servía para nada. Ni estaba escribiendo cuentos que necesitara pasar en computadora, ni le escribía a su madre, así que la agarró y le montó la batería, la cual había salido volando tras la explosión de ira que había tenido.

Segundos después, Jorge tuvo la idea de venderla en una de esas joyerías que son más frecuentadas por las personas para empeñar sus pertenencias, que para comprar joyas.
Entonces Jorge se quito la camisa que había utilizado como vendaje, se la puso y camino hasta la parada de la guagua pública. En la parada de la guagua todos miraban a Jorge. Lo observaban con miradas que juzgaban con rapidez y crueldad. Las personas se alejaban de el como si fuese un diambulante peligroso con una computadora robada.  Incluso una de las señoras que esperaba le comento a su hijo:

“Eso es lo que dejan las drogas. Mira como tiene la mano por estar inyectándosela”.

Jorge miró con mala cara a la señora. Ella no tenía derecho de juzgarlo. El problema era que aparte de su golpe en la mano, la barba y su mal olor; acumulado por las medidas precautorias de Jorge de no bañarse para no arriesgarse a perder momentos de muza, que a fin de cuentas seguían sin llegar; la manera desesperada en que Jorge pedía bolígrafos a las personas, ayudaba a la teoría de la señora de que Jorge era un usuario de heroína.

Unos minutos más tarde Jorge se montó en la guagua, rechazó varias ofertas de diambulantes por su computadora, discutió con jóvenes adolescentes que se rehusaban a darles sus asientos a las personas mayores, y principalmente, pensó en la mejor etapa de su vida imaginaria, la etapa de redacción, publicación y premiación de la última novela de su exitosa carrera imaginaria, La que te dio la vida.

En esa etapa Jorge se sentía en el tope del mundo. Tenía todas las posesiones imaginarias posibles.

Con  su tercera y última novela, Jorge escribió sobre como el ser humano subestima constantemente a la naturaleza y la maltrata sin ningún tipo de consideración, a pesar de que esta le dio la vida. Con esta novela, Jorge pasó al grupo selecto que constituyen los mejores escritores de la historia. No solo por el tema que trató, si que también por la manera en que lo hizo, al alejarse de su estilo de redacción realista por una más fantástica, llena de metáforas y personificaciones.

La crítica quedó fascinada con el nuevo logro literario de Jorge, hasta el punto de otorgarle el premio Nobel de Literatura de ese año. Tras ese logro, Jorge había logrado todo lo que deseaba de su carrera literaria, y aun más.

Hasta que llego el momento en que Jorge no podía imaginar nada más para su vida imaginaria. Ya no podía imaginarse una próxima obra maestra. Su carrera imaginaria como escritor no tenía una próxima etapa. Estaba imaginariamente acabado.

Tras llegar a su destino, Jorge entro a la joyería y ofreció su producto a empeñar. El señor que lo atendía parecía llevar un letrero en la frente que decía:”Te voy a estafar”. Jorge lo veía en la cara del señor, pero estaba desesperado, necesitaba vender la computadora y conseguir bolígrafos, muchos bolígrafos, como para poder escribir ininterrumpidamente por un año. Así que acepto la primera oferta que le realizo el vendedor, una más baja de lo que Jorge había previsto que podían ser los márgenes de la oferta.

Otra empleada escucho el trato, y se sintió mal por Jorge. Ella sabía que la oferta era una miseria, por lo que se acerco a Jorge cuando su jefe fue al almacén en busca de un Blakberry  que tenían atrás reservado para un cliente.

La chica intentando disimular le dijo entre dientes a Jorge:
“Pídele más dinero. Esa laptop vale más.”

Jorge sonrió y le respondió molesto:

   “! Yo sé que vale más! ¡No soy un idiota! Necesito el dinero para comprarme bolígrafos,     muchos, para no quedarme nunca sin bolígrafos para escribir.”

-       ¿No me digas que eres escritor?  Jajajaja…mira, ¿sabes qué? Vende lo que te dé la gana, al precio que te dé la gana, y gástalo en lo que te dé la gana.

-¿Quién te crees para juzgarme? No sabes por lo que estoy pasando. De seguro piensas que quiero el dinero para drogas, pero no. Soy un escritor, y no soporto el hecho de no poder pasar mis historias en escrito. Necesito el dinero para poder comprarme unos bolígrafos, escribir y poder empezar a ser feliz.

-        ¿Sabes qué? No te juzgo, solamente intentaba aconsejarte. Ni los bolígrafos, ni la heroína, ni nada externo a ti puede darte la felicidad.  No importa si eres escritor o un diambulante en busca de heroína, para ser feliz todo lo que necesitas está en tu cabeza, en tu caso, literalmente está en tu cabeza.

Tras decir esto, la chica le señaló a Jorge su oído, en donde este llevaba un bolígrafo.
Ese era el único bolígrafo que Jorge tenía, el que buscaba con tanto esmero, y todo ese tiempo lo tuvo consigo mismo, en su cabeza.

Jorge observó con cierta vergüenza a la chica, y justo cuando le iba a agradecer a la chica, ella le dijo:

“Llévate tu laptop. Corre. En algún lugar vas a tener que pasar tus borradores, ¿o me equivoco?

Ambos sonrieron y Jorge se fue del lugar a esperar la guagua para irse de vuelta a su casa.

 En la parada, Jorge recogió del suelo un anuncio publicitario en donde empezó a escribir con su bolígrafo. Le costaba trabajo escribir con su mano izquierda, pero igual para Jorge la sensación fue genial, estaba escribiendo. Después de tocar el fondo, Jorge definitivamente salía a la superficie.

Pero cuando se le acabaron los espacios para escribir, Jorge se giro en busca de un papel 
en el suelo y vio que la chica estaba sentada junto a él.

-¿Qué haces aquí? – pregunto Jorge.

- ¡Si estas escribiendo! Muy bien por ti. Pues estoy aquí porque me despidieron- respondió la chica con una extraña felicidad.

- ¿Te botaron por mi culpa?

-No, bueno si. Pero no importa, en realidad soy periodista y estaba trabajando ahí como parte de mi investigación sobre el tráfico ilegal de joyas. Y ya tengo muy buena información, así que no me importa. ¿Y entonces? ¿Qué escribes?

-Escribo mi primera novela.

-¿De que trata?

-Es de unos jóvenes adolescentes que tienen una necesidad de experimentar a fondo con las drogas y el sexo.

-¿Y crees que tengas éxito con ese tipo de tema? Digo, son unos temas un poco controversiales.

-Sí, me imagino que le ira bien.
*